La alimentación adaptada al Síndrome de Ovario Poliquístico puede ayudarte a mejorar tu calidad de vida aliviando tu sintomatología asociada y previniendo riesgos asociados.

 

Cerca del 15% de mujeres en edad fértil se ve afectada por el síndrome de ovario poliquístico, un trastorno hormonal donde los niveles de andrógenos están aumentados. Por ello se muestran síntomas como acné, ciclos irregulares, vello corporal más abundante, infertilidad y/o dificultad para mejorar su composición corporal que puede derivar en sobrepeso y/o obesidad.

El SOP es una enfermedad de origen multifactorial y su tratamiento y diagnóstico temprano resulta primordial, pues se asocia con un mayor riesgo de infertilidad, cáncer u otros problemas metabólicos.

Aproximadamente, el 60-80% de las mujeres que padecen SOP manifiestan resistencia a la insulina e hiperinsulinemia, siendo esta una condición metabólica que incrementa el riesgo de padecer diabetes mellitus II, enfermedad cardiocascular (triglicéridos, colesterol, etc) o hígado graso no alcohólico. Además, el aumento de los niveles de insulina en SOP son una de las causas del aumento de los niveles de andrógenos.

Por ello, cuando se lleva a cabo un tratamiento del SOP el objetivo debe ser la corrección de la situación metabólica: resistencia a la insulina, obesidad o sobrepeso, trastornos menstruales y anovulación.

Hoy en día, la primera opción terapéutica que se ofrece a la mujer con SOP es la toma de anticonceptivos orales a fin de suprimir el eje hormonal y mejorar la sintomatología. Ahora bien, la evidencia científica existente hasta el momento aconseja como primera línea de actuación el cambio de hábitos de vida donde se prime la alimentación y la práctica habitual de ejercicio físico.

Mediante una alimentación adaptada al síndrome de ovario poliquístico y a la situación de la paciente es posible disminuir el riesgo de problemas metabólicos o cardiovasculares derivados a largo plazo.

 

Con un plan alimentario centrado en la reducción del índice glucémico y el aumento del consumo de grasas de calidad podemos lograr la disminución de la secreción de andrógenos. Mejorando de esta forma la función reproductiva, el perfil de riesgo cardiometabólico y las características endocrinas.

 

 

Referencias Bibliográficas

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